TERCER PASO: ORATIO
¿Qué nos hace decir el texto?
(hombre, casado, trabaja, pertenece a movimiento cristiano)
¡Conviérteme, Señor!
Haz que disminuya mis quejas, mis juicios, mis subidas de ego,
aunque esté muy cansado,
aunque esté lleno de incertidumbres,
aunque me canse tanta y tanta mediocridad
que sale de mi yo y de mis deseos.
Que reconozca mi realidad tan llena de posibilidades y de límites,
mi vida real, llamada a ser instrumento de Reino vital y santo.
Hazme humilde, hazme sencillo, hazme silencioso
pon fuera y por dentro.
¿Qué hay, realmente de terrible, de tragedia, de irreversible en mi vida?
Muy poca cosa. Casi nada.
¡Señor, sosiégame, aliméntame, seréname!
Aumenta mis agradecimientos en todo lo que me pasa,
mis bendiciones a todos los que me encuentro,
mis buenas vibraciones para todas las personas
con las que comparto trabajo, ciudad y culto.
Impúlsame a desear menos:
vivo rodeado de seducciones llenas de banalidades.
Haz que necesite menos objetos.
Haz que necesite menos reconocimientos.
Haz que necesite menos poder para controlar y predominar.
Que cuide mi diálogo interno tan autosuficiente y tan pretencioso.
Que reconozca que mis interpretaciones de lo que pasa
son vana palabrería
porque lo importante son las personas,
las personas y no lo que hacen,
las personas y no lo que dicen,
las personas y no lo que me parece que son sus intenciones.
Señor, que mire, aunque sea un poco, a los demás
como tú mirabas a todos los que te encontrabas por la vida.
Señor, que disfrute más de la vida cotidiana.
Que sea como los niños que juegan, saltan, ríen,
se asombran, se abrazan,
quieren de verdad cuando toca querer.
¡Conviérteme, Señor,
hazme renacer a la nueva inocencia,
renacer a la nueva vida,
renacer a la autenticidad sanada
de los hijos de Dios!
¡Conviérteme, Señor
en un instrumento de libertad,
de alegría,
de confianza…
Especialmente en estos tiempos extraños,
de pandemia,
de desconcierto,
de miedo!